El amigo eterno (escrito propio)


Ahí va un pequeño escrito de mi autoría:


Entre la inmensa cantidad de diferentes personajes que uno puede encontrarse en esta vida, hay uno que se destaca, tanto por su alegría como por su tristeza. Es raro ver a este tipo de individuos, más raro es aún que uno de ellos quiera hacerse entender, pero haré el intento.

Antes que nada debo explicar el porqué de esa denominación, la cual es sutilmente engañosa si se la mira en detalle. El amigo eterno es un hombre soñador, pensante por demás, sensible, atento, detallista, memorioso, sincero; en fin, demasiado para cualquiera, y a la vez insuficiente. ¿Insuficiente por qué? Ojalá lo supiera, daría todo por esa respuesta, y después de eso me lamentaría por no tener nada más que ofrecer a cambio de una explicación lógica a esa respuesta, si es que la hay.

El es el mejor de los amigos, siempre está dispuesto a ayudar sin pedir nada a cambio, aunque lo espera en silencio, y a pesar de que se alegra en dar una mano, se entristece tremendamente porque nunca recibe lo que espera. Tal vez suene egoísta o interesado, pero no es que él siempre pretenda algo a cambio, sino al menos una vez.

Una sola vez él quisiera que esa mujer por la que tanto se esforzó, a la cual trató de contener en todo momento, a la cual llenó de hermosos gestos, a la cual respetó siempre y por la cual dio todo, absolutamente todo, se fijara en él de la misma forma en que él se fijó en ella. Lo daría todo para que esta vez ella no se fuera con el primer vago que se le cruce en su camino; daría todo para dejar de ser un consejero, un actor de reparto, y pasar a ser un merecido protagonista. Pero no, contra todos los pronósticos, ella lo rechaza, pero de la forma más vil que se podría imaginar. ¿Por qué? Debe ser uno de los enigmas más antiguos de la humanidad. ¿Será que rechazan la felicidad? Tal vez sientan culpa, tal vez se sientan inmerecedoras de tan buen trato y lo rechacen a modo de auto-castigo, no lo sé. Puede que les dé miedo, como una vez me dijeron. ¿Miedo de qué? Años después sigo sin encontrar esa respuesta que se llevó largas noches de mi vida.

Pero el amigo eterno sigue ahí, y toma la noticia de que ella encontró un nuevo prospecto de hombre que la hará sufrir con alegría exterior porque mi prioridad es que estés bien, con o sin mí, pero por dentro lo carcome la tristeza e impotencia más grande que uno pueda imaginar. Pero lo soporta estoicamente, aunque tenga momentos de debilidad y ella lo sepa e intente contenerlo. El aceptará esa contención y se la agradecerá, se mostrará mejor y le dirá no te preocupes por mí, lo importante es que vos estés bien. Ella no está bien, o tal vez sí, él seguro que no, aunque ya no podrá demostrarselo, porque un amigo, un eterno amigo, no puede darse el lujo de arruinar la felicidad de ella mostrando sus propias miserias. Lo soporta, y el tiempo lo ayuda, y sigue siendo ese gran amigo que siempre estuvo, pero que daría lo que sea por no estar más. El tiempo pasa y las heridas se cierran, los rostros cambian, los nombres también, ella en ocasiones es rubia y la conoció en la facultad, a veces pasa a ser esa morocha que le presentaron o esa chica inocente y frágil que la sociedad enferma se encargó de pervertir, él siguió siendo el mismo gran amigo que jamás fue más que eso, que sufrió con todas ellas pero se comportó como un auténtico caballero, como ese príncipe azul, a quien un bufón le robó la princesa. El observa desde su caballo blanco y sonríe, los saluda y los bendice, mientras busca nuevos rumbos. Una lágrima se escapa y rueda sigilosa por su mejilla, pero él no tiene tiempo para llorar ni puede dejar que lo vean así. ¡Ahí se asoma otra princesa! Tal vez necesite un amigo...