ojalá les gust, lo escribi en el 2005 por ahi
Él.
Él siempre está ahí. Siempre. Cuando me levanto, lo veo, dibujado en un reflejo o en mi propia sombra. Hay veces que camino y siento cómo se apodera de las personas, se inmiscuye en sus almas, penetra en sus miradas y los obliga a que se queden mirándome, perturbándome, acosándome. Lo veo en este momento, lo siento detrás de mi. En ocasiones, siento como el más fino haz de luz se posa en mi espalda, penetra mi gruesa carne y dibuja su horrenda cara en la pared. Pero sólo en ocasiones, ya que se ha ausentado durante largos y cortos períodos. Ahora ha vuelto. Ya no puedo tocar el piano, porque en el reflejo de las teclas lo veo, en mis uñas veo su amenazadora, pero por sobre todo intimidante silueta. Lo interpreto con mis pensamientos, lo imagino lejos, pero no puedo. No puedo beber más, ya que el agua está llena de él. Este ser, esta sombra o lo que fuere, entinta mis pesadillas con la gama más amplia de horrores y martirios, y ocupa un lugar gigantesco en mis pensamientos. No le puedo pedir ayuda a nadie, porque todos son él. Su insoportable narcisismo me agobia. No puedo entrar al baño, porque en el espejo está él. Lo veo en el reflejo, su boca abriéndose para lanzar un grito mudo, sordo, que no tiene sonido, pero que es capaz de helar la médula. Su inquietante presencia se alimenta en los rincones más secretos de mi ser, todos los momentos son uno, y los segundos son años. Siento cuando me abrazan sus helados, podridos, pálidos, insensibles y muertos brazos, escucho sus susurros en mis oídos, envolviéndome en una nube de insanía y de fiereza, sus palabras sin sonido son espadas que cortan mi razón, e intentan hacerme perder el juicio.
Sé que nunca se irá por su propia cuenta, que aunque se vaya siempre va a volver, y por esa razón tengo que enfrentarlo, tengo que acabar con esta situación. Sí. En este momento, mientras escribo, lo veo en el reflejo de la tinta, que suavemente reposa en el tintero, esperando a que moje mi pluma en ella y rasgue el papel, dibujando así las letras que forman estas aterrorizadoras palabras, para dejar un... ¿Cómo llamarlo?, quizá “recuerdo”, o si no “diario” de lo que tristemente me sucede. Espero que los afortunados que lean esto se den cuenta de la suerte que tienen de que esto no les pase, es un infierno, es el Averno, siento todas las plagas del libro santo sobre mí, y este es un castigo como el de Job, sin sentido, porque yo estoy seguro de que no hice nada para merecer esto.
Muchas veces traté de autoconvencerme de que era todo un producto de mi imaginación, pero llegué a la conclusión de que no es así por unos detalles que no aclararé, por lo menos en este papel y en estas condiciones. ¿Qué es lo que debo hacer? Quizás debería enfrentarlo... Ya sé que está detrás de mí... ¿Qué hacer? Creo que me daré vuelta... Si, eso parece bastante lógico. Me voy a dar vuelta y lo voy a enfrentar, y sólo Dios sabe que va a pasar, si, mi convencimiento es definitivo, me daré vuelta y entonces...
Fin.
Él.
Él siempre está ahí. Siempre. Cuando me levanto, lo veo, dibujado en un reflejo o en mi propia sombra. Hay veces que camino y siento cómo se apodera de las personas, se inmiscuye en sus almas, penetra en sus miradas y los obliga a que se queden mirándome, perturbándome, acosándome. Lo veo en este momento, lo siento detrás de mi. En ocasiones, siento como el más fino haz de luz se posa en mi espalda, penetra mi gruesa carne y dibuja su horrenda cara en la pared. Pero sólo en ocasiones, ya que se ha ausentado durante largos y cortos períodos. Ahora ha vuelto. Ya no puedo tocar el piano, porque en el reflejo de las teclas lo veo, en mis uñas veo su amenazadora, pero por sobre todo intimidante silueta. Lo interpreto con mis pensamientos, lo imagino lejos, pero no puedo. No puedo beber más, ya que el agua está llena de él. Este ser, esta sombra o lo que fuere, entinta mis pesadillas con la gama más amplia de horrores y martirios, y ocupa un lugar gigantesco en mis pensamientos. No le puedo pedir ayuda a nadie, porque todos son él. Su insoportable narcisismo me agobia. No puedo entrar al baño, porque en el espejo está él. Lo veo en el reflejo, su boca abriéndose para lanzar un grito mudo, sordo, que no tiene sonido, pero que es capaz de helar la médula. Su inquietante presencia se alimenta en los rincones más secretos de mi ser, todos los momentos son uno, y los segundos son años. Siento cuando me abrazan sus helados, podridos, pálidos, insensibles y muertos brazos, escucho sus susurros en mis oídos, envolviéndome en una nube de insanía y de fiereza, sus palabras sin sonido son espadas que cortan mi razón, e intentan hacerme perder el juicio.
Sé que nunca se irá por su propia cuenta, que aunque se vaya siempre va a volver, y por esa razón tengo que enfrentarlo, tengo que acabar con esta situación. Sí. En este momento, mientras escribo, lo veo en el reflejo de la tinta, que suavemente reposa en el tintero, esperando a que moje mi pluma en ella y rasgue el papel, dibujando así las letras que forman estas aterrorizadoras palabras, para dejar un... ¿Cómo llamarlo?, quizá “recuerdo”, o si no “diario” de lo que tristemente me sucede. Espero que los afortunados que lean esto se den cuenta de la suerte que tienen de que esto no les pase, es un infierno, es el Averno, siento todas las plagas del libro santo sobre mí, y este es un castigo como el de Job, sin sentido, porque yo estoy seguro de que no hice nada para merecer esto.
Muchas veces traté de autoconvencerme de que era todo un producto de mi imaginación, pero llegué a la conclusión de que no es así por unos detalles que no aclararé, por lo menos en este papel y en estas condiciones. ¿Qué es lo que debo hacer? Quizás debería enfrentarlo... Ya sé que está detrás de mí... ¿Qué hacer? Creo que me daré vuelta... Si, eso parece bastante lógico. Me voy a dar vuelta y lo voy a enfrentar, y sólo Dios sabe que va a pasar, si, mi convencimiento es definitivo, me daré vuelta y entonces...
Fin.