El Gol de Boca 1-0 en Japón


Ahí está el Gol de Neri


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Previsible, Boca no iba a esperar demasiado para tomar la iniciativa. Un minuto tardó, apenas, en sumar ocho jugadores (sí, ocho) en campo rival. Todos y más fueron a tratar de cabecear un córner que Morel Rodríguez hizo desde el lateral izquierdo, de adentro hacia afuera. Toda una señal, por cierto, de la actitud con la que salió a jugar el equipo argentino.

¿Etoile? Agrupó gente en el fondo y paró dos torres en el corazón de su área para despejar los centros que llovían desde uno y otro ángulo.

Banega fue el peaje de Boca. Por él pasaban las pelotas. Y las distribuía hacia los costados, según la ocasión. Iba Morel por la izquierda, también Ibarra por la derecha, de a ratos se soltaba Cardozo. Boca dominó desde el vamos, aunque fue midiendo lentamente los pasos del rival (enigmático, algo inocente) antes de decidirse a ir por el desequilibrio.

Una buena para los de Russo: no perdieron la paciencia. Se encontraron con que tenían que resolver un esquema cerrado y en lugar de caer en la simple del pelotazo, prefirieron asegurar los traslados con pases cortos y al pie. Quizás, es cierto, se hicieron más lentos los movimientos, pero fue mayor la precisión, lo que obligó a los tunecinos a correr desde un sector al otro, casi sin freno.

Hubo, sí, en el comienzo algunas desatenciones defensivas que pudieron costarle caro a Boca. Como ese pase displicente hacia atrás de Paletta, que fabricó un córner luego de la desesperada carrera de Caranta por evitar que la pelota se le metiera en su propio arco. O incluso esa pelota cruzada que Caranta salió a destiempo y en el segundo palo Vargas la rechazó como pudo, con un cabezazo alto, cuando por atrás aparecían dos rivales en posición franca de gol.

El primer aroma a peligro se produjo a los 16 minutos. El árbitro amonestó a Vargas por una falta y Gharbi ejecutó la falta con un zurdazo al primer palo, que encontró bien parado a Caranta. Un rato después, el amonestado fue Battaglia. Esas dos amarillas, costaron ni más ni menos que 10.000 dólares (5.000 cada una).

Sin jugar bien, siempre dio la sensación de que Boca tenía en sus manos la resolución del partido. Por momentos iba decidido, pero se aceleraba más de la cuenta en el paso de la mitad de cancha hacia el área rival. Evitaba esa pausa necesaria en tres cuartos de cancha, donde siempre es necesaria la presencia del jugador que ordene no sólo hacia delante, sino también para atrás.

Palermo fue el faro. Se clavó en el medio del área y esperó los bombazos de Morel y de Ibarra. Pero no le fue fácil encontrar su posición, tuvo que lidiar con los defensores africanos que buscaron anularlo con un recurso tan simple como efectivo: desacomodarlo en los saltos. Y lo lograron varias veces. ¿Palacio? Al comienzo, sin espacios, se tiró a los costados para abrir la cancha, aunque tampoco encontró la llave de desequilibrio. En el segundo tiempo fue clave.

Ibarra tuvo una clara, justo antes de la media hora. Amagó, su rival pasó de largo y entró solo al área, por el callejón del ocho. Dudó en cruzarla al medio y al final sacó un derechazo alto que terminó en la tribuna. Enseguida, Morel (impecable una vez más en partidos trascendentes) probó también de media distancia. Esta vez con un tiro libre frontal, que se fue lejos.

Hacía falta una neta para poner las cosas en su lugar. Palacio picó en profundidad, hizo el enganche, levantó la cabeza y se la dejó cortita a Cardozo, quien en una baldosa se dio vuelta y la clavó arriba. Uno a cero, cuando se jugaban 36 minutos del primer tiempo.

Boca, indudablemente, bajó las revoluciones después del gol. Respiró aliviado y pareció soltarse, pese a que un error de Paletta casi termina en empate. Chermiti, el hábil 9 africano, quedó bien perfilado y de cachetada la cruzó al segundo palo. Pero Caranta dio el pase al frente y resolvió fenómeno.

Se invirtieron los roles. Boca, conforme con la ventaja, dio un par de pasos hacia atrás para jugar de contra. Pero esto envalentonó a los africanos, que de vuelta tuvieron una clara, cuando Ghezal la peinó en el camino al arco y casi se mete por atrás.

Boca tenía que ponerle cerrojo al partido. Iba y llegaba por los costados, aunque no definía. Y el Etoile, siempre de la mano de Chermiti, hizo lo suyo. El delantero, en una misma jugada, lo tuvo dos veces, pero no las pudo mandar adentro.

La alarma para Boca se instaló a los 19 minutos del segundo tiempo. Vargas llegó a destiempo y su planchazo fue premiado con la segunda amarilla. Afuera, entonces. Russo metió mano enseguida: puso a González y sacó Cardozo, el héroe del día. Había que cuidar el resultado, con un hombre menos y frente a un rival que no tenía nada por perder.

Pese a la inferioridad numérica, Boca siguió teniendo las riendas. Casi aumenta, después de un jugadón de Ibarra (levantó mucho en el final) que Palermo, en el punto del penal, cabeceó a un rincón con los ojos bien abiertos. Y se fue a milímetros del palo. Ah, un detalle no menor: el árbitro danés ignoró un penal grande como una casa. Banega la trajo al medio y el uruguayo González enganchó justo, antes de que lo tocaran abajo.

Etoile se fue quedando sin piernas. Igual, casi lo grita en el final con un cabezazo en el segundo palo. Y Boca puso su jerarquía (una vez más en competencias internacionales) para asegurarse lo que tanto buscaba: estar el domingo en la definición del Mundial de Clubes.

Fuente: http://www.clarin.com/diario/2007/12/12/um/m-01562228.htm